top of page

fluir

Esta obra orquestal fue encargada por el Gstaad Menuhin Festival & La Academia está compuesta y dedicada a la memoria de Yehudi Menuhin, con motivo de su centenario.

Yehudi Menuhin fue uno de los más grandes músicos de su generación. Su forma de tocar el violín fascinó al público con su total naturalidad. Parecía libre de todas las limitaciones terrenales. La poesía fluyó a través de él y el tiempo pareció detenerse.

Cuando una persona logra estar completamente en paz consigo misma y fusionarse con sus acciones, alcanza un estado que también se llama FLUJO. Pensar, sentir y actuar se convierten en un todo más amplio, el ego desaparece y surgen momentos de felicidad indescriptibles tanto para el artista como para el público.

La siguiente afirmación de Menuhin es también el principio rector de mi trabajo orquestal:

“Cada momento de la vida es un nuevo comienzo, un final y un comienzo, un encuentro y una despedida”.

Al comienzo de mi obra oímos un hilo como este, un hilo sonoro fino y ligeramente pulsante en la cuerda superior abierta de los violines. Este hilo comienza entonces a separarse y se divide en más hilos.

La pieza es algo así como una secuencia de diferentes ejercicios de yoga que provienen del famoso libro llamado Light on Yoga del amigo de Menuhin, Iyengar: 

En varios momentos, en varias oleadas, la tensión se acumula, se mantiene y luego se disuelve en una maravillosa sensación de relajación. Este es el momento en el que se nota algo parecido a un flujo musical.

Hacia el final de la pieza, los sonidos se agrupan nuevamente en un hilo sonoro, un hilo sonoro con dos extremos: uno en el pasado y otro en algún lugar del futuro.

 

bottom of page